viernes, 14 de octubre de 2016

Había un hombre que vivía preocupado todos los días, sus amistades estaban cansados de escucharlo en cada queja y preocupación que tenía; hasta que un día notaron mucha tranquilidad en el, su rostro reflejaba paz y alegría y extrañados le preguntaron:
-¿Oye qué pasó? extrañamente ya no andas preocupado. a lo que respondió: Le estoy pagando a alguien para que se preocupe por mí.
—¿De verdad, y cuánto le pagas?
—Dos mil dólares por semana.
—¡Guao! eso mucho dinero ¿Como puedes pagarlo?
—No puedo, respondió. De eso, tiene que preocuparse él.

Es algo graciosa esta anécdota y obviamente que en la vida real no se pueden manejar las preocupaciones de esta manera; sin embargo los que somos hijos de Dios podemos ir ante nuestro Padre y entregarles todas nuestras cargas, Él tiene todo perfectamente bajo su control, sobretodo cuando a nosotros nos parece que todo va peor.

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